Descripción
Los conejos blancos andaban muy erguidos y miraban derecho
delante de sí, y los conejos negros caminaban con la cabeza
gacha y miraban al suelo. De este modo resultaba
que conejos blancos y conejos negros no se miraban
nunca a los ojos.
Marcela es una conejita distinta a los demás habitantes de su comunidad. No solo por su ojo torcido, que le tapan con unas lentes ahumadas, sino porque no se adapta a las normas establecidas y por eso un día se escapa. Su siguiente destino es un poblado de conejos negros y blancos que funciona al revés de su lugar de procedencia. En el fondo, “todo ocurría al revés pero todo era lo mismo: unos bebían el agua limpia y otros el agua sucia, unos comían buen pasto y otros hierba reseca, unos pisaban y otros eran pisados”, reflexiona Marcela con amargura.
Esta fábula, escrita en 1979, aborda cuestiones como la educación en igualdad, el respeto por las diferencias, la tolerancia y la convivencia entre culturas, razas y creencias. Su protagonista es rebelde, osada y nada convencional; rechaza las injusticias y procura la felicidad, fiel a sus ideales.
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