Hace unos días leí un artículo en el que Italia ya no aplaude, sí, es verdad, en Italia nunca fueron tan disciplinados con su cita de las 8, pero no fue eso los que les apagó el aplauso, fueron los muertos, fue el silencio de ver pasar un féretro. Antes de darse cuenta se encontraron mostrando silencio respetuoso por el vecino del rellano o el del balcón de la esquina, el panadero o la abuela de una amiga, y porque a muchos, les tocaba de cerca. ¿También en España llegará ese día? ¿Llegará un día en el dejemos de aplaudir por respeto al luto de los fallecidos? Espero que no.
Desgraciadamente en estos días de aislamiento hay personas que han fallecido, estamos ante una situación surrealista, personas que mueren solas en hospitales, residencias o en sus casas; sin la voz de un ser querido que les de aliento o una mano amiga que les agarre en sus últimos latidos.
El COVID -19 está siendo cruel, tan cruel que no da la oportunidad de despedirse con humanidad. Muchas familias en diferentes lugares del mundo, están pasando por esta situación, muchos nietos/as, sobrinos/as, hijos/as y amigos/as no han podido acompañar y despedirse de sus abuelos/as, tíos/as, padres, madres o amigos/as y sin poder celebrar sus rituales de despedida.
Yo me pregunto:¿cuántos duelos contenidos se están padeciendo en nuestro país? ¿Cómo afrontar que no te hayas podido despedir? ¿Cómo explicar todo esto a los más pequeños? ¿Cómo decirles que no volverá a ver más a ese ser querido?
Abordar la muerte es complejo en cualquier circunstancia, pero el COVID-19 lo está poniendo complicado. Por la cabeza de quien tiene que dar esta noticia pasarán cientos de pensamientos: ¿y qué le digo? ¿Cómo se lo voy a decir ahora? No quiero que sufra, ¿Y si no le digo nada? ¿Y si no hablamos del tema hasta que se olvide? Ya se lo diremos más adelante…
Sin duda, independientemente de lo que se haga, los actos estarán condicionados por el amor, la finalidad será proteger al menor, que no sufra. Pero no hay peor sufrimiento que sentirse engañado y tener por respuesta una verdad a medias. Los por qués serán completados por pensamientos irracionales, fantasías o culpa. Creedme, es solo tranquilidad momentánea, si sustituyen las explicaciones reales por fantasías o respuestas incorrectas, pueden incluso empezar a sentirse culpables por algo que han hecho o dicho, o pensar que si se portan bien esa persona volverá o despertará.
Es cierto, no es lo mismo informar a un adolescente que a un menor de 5 años, la forma y el contenido hay que adaptarlo a su edad. Cuando llegue el momento yo intentaría dar respuesta a las siguientes preguntas:
¿Quién, cómo, cuándo y dónde se comunica?
- ¿Quién? Es preferible que lo hagan las personas más cercanas, aquellas que cuidan de los pequeños. Pero si esa persona no está en condiciones, es mejor que lo haga otra con una cercanía parecida. Hay que evitar reacciones exageradas e intensas que puedan asustar a los menores.
- ¿Cómo? Según os decía antes, está claro que hay que decirles que esa persona a fallecido, que se ha muerto, esto implica no descafeinar o enmascarar este hecho. Es importante dejar claro que la muerte es irreversible ( no va a volver esa persona, no se ha quedado dormida, no se ha ido de viaje…). La muerte es universal, desde que nacemos está presente aunque no pensemos en ella, en las plantas, los animales, los insectos, las personas, la diferencia está en el momento. Cuando una persona se muere, el cuerpo deja de funcionar, esa persona no va a pasar frío, no tendrá miedo, no sentirá nada, no tendrá hambre, eso sí, nuestros recuerdos perduran y podemos mantenerla viva en nuestra memoria y traerla al presente a través de fotos, anécdotas, canciones, olores… Y por último, la muerte siempre tiene una explicación y esta es física, esto hay que dejarlo bien claro, ya sea el desencadenante una enfermedad, un accidente o una muerte repentina, el cuerpo deja de funcionar, no es cumpla de una mala conducta, ni de un enfado.
- ¿Cuándo? cuanto antes, el pequeño tiene que sentirse protagonista en todo momento de lo que está sucediendo, no se le puede dejar al margen de la situación, él también querrá despedirse y no hablo de ver a la persona muerta, me refiero que forme parte de esa despedida. Se les puede hablar de cómo son los rituales de despedida, las diferentes maneras de despedirse de un ser querido, si se considera por la edad incluso asistir al tanatorio o a la celebración. Aquí lo que hay que procurar es proteger al menor antes emociones muy intensas.
- ¿Dónde? en un lugar íntimo, lejos del bullicio, donde nadie os pueda interrumpir la conversación y os podáis expresar libremente sin que os observen.
En ocasiones la literatura infantil, el álbum ilustrado, puede ser un buen aliado para apoyar estas respuestas o conversaciones. Si sois capaces de anticipar la muerte de un ser querido, se puede ir preparando a los peques para este momento. En caso de no poder anticiparlo hay mucha literatura que ofrece historias para ayudar a explicar que esa persona ha fallecido y no va a volver. Puede resultar más sencillos si el niño o la niña se identifica con alguna parte de la historia o un personaje. A continuación os hago una relación de títulos a los que podéis recurrir para estos momentos:
Libros para abordar el concepto de la muerte y las emociones que nos provocan
Cipariso. Marta Sanmamed y Sonja Wimmer. Cuento de Luz
Recomendador a partir de 6 años.
Este álbum ilustrado me gusta especialmente porque en cada pérdida que relata se ve muy bien reflejada la respuesta que da un adulto a un niño cuando tiene que explicar la muerte, son respuestas descafeinadas y carentes de realidad. Ante estas respuestas, los niños reaccionan en función de lo que el adulto le dice: que hay que ser fuerte, hago ejercicio en todo momento hasta que caer rendido; que tu pajarito se ha ido de viaje muy lejos, hago la maleta y me voy en su búsqueda; que su conejito se quedó profundamente dormido, la niña evita quedarse dormida en todo momento, hasta el punto de enfermar porque piensa que dormirse es malo.
De ahí la importancia de adaptar nuestro discurso y tener mucho cuidado con las metáforas que empleamos para hablarles de la muerte.
«No se olvida lo que se muere, se muere lo que se olvida»
Un libro ilustrado que ayuda a los niños a superar la pérdida de una mascota y ayuda con el proceso de duelo, aprendiendo cómo enfrentar otras pérdidas que pueden ocurrir en su vida.
El libro blanco de la muerte. Cristina Romero. Francis Marín. Editorial OB Stare
A partir de 9 años.
No, nadie nos habla lo suficiente de la muerte mientras aún estamos vivos. Y este libro viene a mostrárnosla de una forma distinta a la ya conocida, para que podamos al fin mirarla a los ojos sin miedo.
Soy la muerte. Elisabeth Helland Larsen. Marine Sheneider. Ed. Bárbara Fiore
A partir de 10 años.
Un delicado libro ilustrado sobre la inseparable unión entre vida y muerte. Una muerte representada en la figura de una joven mujer, con dulces rasgos, que visita a animales, ancianos, niños, aun aquellos que todavía no han nacido. Les guía en el viaje final y les habla de la vida, del amor y de la muerte.
La vida y yo habitamos juntas todos los cuerpos.
La vida y yo estamos en todo lo que empieza y todo lo que se termina.
Para siempre.Camino García Calleja. Marco Recuero.Editorial La Fábrica de Libros
A partir de 6 años
Camino García en «Para Siempre« nos cuenta cómo hay muchas formas de entender la muerte de los seres queridos pero que lo realmente importante es dejar sentir la pena y la tristeza de esa ausencia. Esa tristeza puede manifestarse en forma de llanto , silencio o profundo dolor en el pecho, pero hay que dejarlo sentir.
Libros que nos alientan a recordar a nuestros seres queridos
¿Qué viene después del mil?.Annete Bley. Ed.Takatuka
A partir de 6 años.
¿Cómo superar la pérdida de una gran amigo con el que pasabas mucho tiempo? A través de esta tierna historia, Lisa descubre que para mantener vivo el recuerdo de un ser querido solo hay que cerrar los ojos e imaginárselo.
¿De qué color es tu recuerdo? Francisco Jesús Ortega Vilches ( Paco Ortega)
A partir de 4 años
Paco Ortega se basa en los recuerdos de la infancia, asocia a momentos determinados un color, el rojo para el amor, el naranja para amistad, el amarillo para los abrazos, hasta que el protagonista se da cuenta que no sabe de qué color era el recuerdo de su abuelo.
Nos cuenta, a través de un pequeño poema, cómo recordamos a las personas que ya no están y de qué color eran los momentos que pasamos con ellas.
El árbol de los recuerdos. Britta Teckentrup. Nuebeocho
A partir de 4 años.
Este cuento, dulce y reconfortante, celebra la vida y todos los recuerdos que permanecen en nosotros tras la muerte de un ser querido.
Porque las vidas están hechas de experiencias, cuando se llega al final del camino lo bonito es poder recordarlas y mientras seas capaz de recuperar esas historias las personas que forman parte de ellas permanecerán vivas.
En todas partes y en cualquier lugar. Pimm Van Hest. Sassafran De Bruyn. Ed. Uranito
A partir de 6 años
Esta es una historia poética sobre la pérdida y sobre la creencia inspiradora de una niña que encontrará a su madre en todas partes y en cualquier lugar.
Espero que estas lecturas os resulten una buena herramienta para abordar el duelo de una forma respetuosa y delicada.
Si queréis ampliar más información sobre cómo abordar el duelo en la etapa infantil y juvenil os recomiendo la guía “ Hablemos de duelo. Manual práctico para abordar la muerte con niños y adolescentes” . Patricia Díaz Seoane. Ilustraciones de Malagón. FMLC ( Fundación Mario Losantos del Campo.
#yomequedoencasa , #YoEsperoAMiLibrera
Perfecto. Buena reflexión y buena selección de libros. Un saludo.
Gracias Claver, me alegro que te guste! Un abrazo