Un cuento, una historia, una vida. Nuestras historias duelen, entristecen, alegran, enfadan, enamoran o estremecen; son la vida, nos acompañan, sanan y nos transforman.
Así es, a través del lenguaje interiorizamos lo que nos pasa, le da forma y orden a nuestra vida. En determinados momentos nos encontramos con situaciones que nos ponen en alerta, tenemos que resolver y usar todas nuestras herramientas para salir airosos de la situación, pero no siempre es posible. Esto pasa tanto a los adultos como a los más pequeños, quizás los adultos por el tiempo de vida y la experiencia acumulada puedan resolver el conflicto antes y mejor, o puede que no. Los más pequeños, no cuentan con las ventajas del tiempo y la experiencia, pero afortunadamente tienen otras herramientas, entre las que se encuentran: la imaginación, la fantasía y las personas que les rodean.
A través de a un acompañamiento respetuoso, generando situaciones que se muevan en las dimensiones de su pensamiento: la imaginación, la fantasía, personajes animados, animales, roles cotidianos... podemos ayudar a los pequeños de nuestro entorno a entender, reflexionar y resolver.
Imaginemos que un niño está pasando por una situación desestabilizadora ( duelo, enfermedad, nuevas estructuras familiares, enfados, enamoramientos, cambios de domicilio…) y un adulto, un compañero o él mismo lee o escucha una historia, en la que empieza a identificarse con parte de lo que sucede o con algún personaje. Automáticamente el niño comienza a crear vínculos entre el cuento y su vida, inicia el diálogo interno que da paso al externo sobre la historia, los personajes, lo que hacen, qué les pasa, qué decisiones toman, si ellos harían lo mismo o no…Este niño a medida que transcurre la historia va creando sus propias herramientas, generando posibles soluciones, tomando decisiones y aliviando la carga con la que empezó. Lo cierto es que, cuanta más implicación haya del lector en la historia, más transformadora resultará. El niño, sin ser plenamente consciente, abre la puerta hacia la reflexión pero con una distancia de seguridad. Esto tanto en niños como en adultos es muy importante, no todas las personas están preparadas para mirarse en el espejo; en este caso, se emplea el cuento como un medio, “esta historia pertenece a otro y puedo mirarla, no me asusta, no me da miedo”, se camufla la realidad con la fantasía.
No menos importante es aquí la figura del que acompaña, debe de ser una persona que respete el proceso de reflexión y que guíe de forma positiva en el diálogo. De esta figura y las lecturas compartidas hablaré en un espacio aparte.
Las historias son poderosas por lo que cuentan y también por cómo lo cuentan. Por eso desde La Crisálida se da tanta importancia a la calidad literaria, al mensaje visual, los valores que se transmiten y el desarrollo de la conciencia crítica. En la sección de librería encontrarás las temáticas que se pueden abordar a través del cuento. Son libros seleccionados con mucho mimo. Hay historias que dan voz a la emoción, otras proporcionan paz y reconfortan, muchas de ellas regalan las palabras adecuadas y otras son para el disfrute, pero todas ellas transforman.