El valor de la generosidad nos impulsa a dar ( material o no) u ofrecer ayuda a quien lo necesita sin esperar nada a cambio. El concepto de generosidad está asociado al altruismo, al amor, a la solidaridad y a la empatía.
La generosidad es un valor, eso es indiscutible, los matices vienen en el contexto social y cultural donde se desarrolle.
Tengamos en cuenta que en toda relación debe de haber equilibrio y más cuando la generosidad está de por medio. Cuando este equilibrio se rompe por exceso o por defecto puede provocar conflictos o sentimientos violentos entre las personas implicadas.
Estos días de confinamiento, más que nunca necesitamos de este valor tan preciado. Hay un libro que me viene a la mente una y otra vez, no he podido resistirme y he vuelto a rescatarlo.
“El árbol generoso”.Shel Silverstein. Ed. Kalandraka
Recomendado a partir de 8 años.
Para aquellas personas que no conozcáis esta maravillosa obra escrita e ilustrada por Shel Silverstein, decir que estáis ante un álbum ilustrado que se editó por primera vez en octubre de 1964 y que Kalandraka lo ha vuelto a editar, en 2017 sacó su segunda edición.
El inconfundible estilo de Shel está presente en todo el libro, sus ilustraciones, en blanco y negro, acompañadas de un texto sencillo y directo hacen que el lector conecte desde el principio con la obra.
¿Qué nos cuenta?
Nos cuenta la relación de amistad entre un árbol y un niño. A lo largo de las etapas de la vida la relación va cambiando pero el valor de la generosidad les vuelve a unir.
¿Qué nos enseña?
Que las relaciones precisan de equilibrio.
Al principio parece que todo va bien, el árbol proporciona juego, sombra, descanso, compañía…y el niño da amor, respeto, compañía, juego.
A medida que el niño va creciendo sus intereses van cambiando, ya no necesita jugar con tanta frecuencia o pasar tiempo con el árbol. Tiene otras preocupaciones, “no está para juegos”.El árbol, en cambio, le ofrece a su amigo lo que tiene (sus frutos, sus ramas, su tronco, su asiento), siempre con la esperanza de verlo feliz. Los momentos de felicidad son muy efímeros, y una delgada línea separa lo que se quiere de lo que se necesita realmente. Ante este desequilibrio el árbol se ve avocado a la soledad y la tristeza.
Descubrimos una sutil metáfora de la relaciones entre padres e hijos, el hijo/a regresa a casa cada vez que necesita algo y el amor incondicional de un padre o una madre hace que le den lo que necesita, solo desean verlo feliz. Este amor sin límites vuelve a provocar felicidad momentánea para los padres, todo vale.
¡Y como no, la naturaleza! El árbol generoso, también nos habla de la relación que tiene el ser humano con la naturaleza, esa relación en la que continuamente tiramos de los recursos que nos ofrece sin ver las consecuencias, sin percibir que poco a poco vamos exprimiendo hasta secar todo lo que hay en nuestro entorno.
Quizás, en estos tiempos del COVID-19, la naturaleza, será por primera vez, la gran beneficiada. Y cuando salgamos a la calle, estará más viva que nunca y volverá a ser generosa con todos los seres humanos.
Espero que este libro nos haga reflexionar un poquito sobre nuestra escala de valores y prioridades.
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