Creemos que después de la guerra viene la paz, pues nunca más lejos, ¿ qué paz? ¿Cómo podemos hablar de paz cuándo hay tanto dolor, tanto daño, tantas cicatrices? ¿ Quién gana? ¿ Los que imponen el miedo? ¿ Quién sobrevive? ¿ Qué es sobrevivir? ¿De qué lado crees estar?
«Ventanas» Paloma González Rubio. Anaya
Recomendada para mayores de 14 años.
En un pasado, presente o futuro, quién sabe cuándo sucede esta historia, un grupo de niños tiene que enfrentarse a falta de solidaridad, a la miseria, a la cobardía, a la hostilidad que deja el miedo después de una guerra. Porque eso sí lo sabemos, sabemos que esta historia sucede después de una guerra, en algún país, en alguna ciudad, no muy lejana, de eso si estoy segura. Es una novela basada en un hecho real, un relato que denuncia la indefensión de la infancia en el conflicto y las terribles consecuencias que esto puede tener, el drama que convierte a los niños en soldados.
Finaliza la guerra y en una ciudad medio destruida la vida intenta abrirse paso, el «bando ganador» decide que las ventanas tienen que estás libres de cortinas, visillos o persianas, que no hay nada que ocultar y de paso de esta forma podrán saber qué sucede en el interior de las casas, hay toque de queda y los porteros o porteras de los edificios habitados cerrarán las puertas, nadie, podrá acceder al portal a partir de esa hora, bajo ningún concepto, los turnos de trabajo y los horarios de transporte público están programados para que los trabajadores puedan llegar a sus casas antes del toque de queda. Los vigilan, eso está claro, y cualquier moviendo sospechoso contra el bando ganador se paga con cárcel, en el mejor de los casos.
Muchas familias han quedado rotas y desmembradas debido a los bombardeos de un tiempo no muy lejano, los niños y niñas han perdido referentes, mejores amigos, y viven a muy pocos metros de sus desaparecidos cadáveres.
Entre todo esto habitan dos familias en un mismo piso, los hombres trabajan fuera de la casa, en una imprenta, y las mujeres dentro del hogar, son modistas, y además se hacen cargo de la crianza de sus hijos. Los niños, Bruno y Silvia, 13 y 14 años hermanos, conviven con sus primos Pablo con 9 años, Martina tiene 6 y Mateo es un bebé de meses. Una fatídica tarde, unos soldados irrumpen en la casa y se llevan a las mujeres, dejando a los niños, incluido el bebé, desamparados. En ese mismo instante empieza la lucha por la supervivencia de cinco niños, la desesperación, la ignorancia, el miedo se apoderan de ellos, cada uno a su nivel, desde su inocencia e inmadurez hacen lo que la situación les permite para sobrevivir y buscar la manera de recuperar a sus padres.
Una misión imposible que apenas dura unas semanas, se convierte en un infierno, las puertas que antes se abrían para prestar ayuda en forma de un poquito de sal, azúcar o un buen consejo ahora están cerradas, nadie les conoce, nadie les ayuda, la mirillas están cerradas. El miedo se apodera de vecinos, amigos y compañeros de trabajo. La miseria y el abuso de poder les juega muy malas pasadas.
Solo un poco de luz entre tanta hostilidad les puede guiar, es el espíritu de Alicia, la mejor amiga de Bruno, muerta en un bombardeo hace dos años. A medida que pasan los días la situación se hace más insostenible, no hay comida, no hay dinero y el bebé empieza a estar enfermo, decisiones desesperadas se cobrarán la infancia para siempre de estos cinco niños.
Un relato estremecedor, en que quise vislumbrar rayitos de luz en forma de solidaridad, hechos que volvieron a empañarse por el miedo y la miseria. Con un final desgarrador, que no os puedo desvelar. Digamos que sus cuerpos manera estarán presentes pero sus almas se quedaron en aquellos días de «no guerra»
Hacía tiempo que me había leído esta novela pero necesitaba posarla, hoy he vuelto a retomarla y me duele tanto o más que la última vez que cerré sus tapas. Estamos ante una historia inquietante quizás porque los protagonistas son niños, y los niños duelen. La indefensión a la que son sometidos nos hace enloquecer página tras página, quieres entrar en la historia y rescatarlos, deseas encontrarte con ellos que te pidan ayuda, tu alma y tu conciencia necesita hacer algo, pero no es posible porque estás al otro lado de la ventana, eres espectador, al menos en esta historia.
Sin duda una obra muy recomendable, y más pensando en estos días de sin sentido que estamos pasando, días en los que los unos instigan a los otros a comenzar una guerra, y ya sabemos lo que pasa en las guerras…
Nadie gana y todos pierden mucho.
Una curiosidad del libro, el título de cada capítulo corresponde con el nombre de un tipo de aberturas que nos dejan ver que hay al otro lado, ya sean ventanas, mirillas, gateras, lumbreras…cada una de estas aberturas están muy vinculadas al capítulo que llevan por título.