¿Qué sería de los tres cerditos, de Caperucita, de las cabritillas o de Pedro el pastor sin el lobo?
Escrito por Juan Arjona
Ilustrado por Enrique Quevedo
Editado por Combel.
Recomendado a partir de 3 años.
¿Qué nos cuenta?
Ya desde el principio de la historia el narrador nos advierte que el lobo va a desaparecer en mitad del cuento.
Todos los animalillos del bosque están expectantes. Vigilan al lobo en todas sus rutinas: mientras come, se lava los dientes, se echa una siesta, da un paseo…¿Qué ha pasado? En la sexta página el lobo desaparece, pero… ¿es posible?
A partir de aquí, la vida en el bosque cambia. Nos encontramos con unos cerditos hartos de construir casas, una caperucita que se pierde porque el lobo no la encuentra, unos cabritillos que juegan en mitad del bosque y donde un pastor que cuenta muchas mentiras grita que viene el oso.
Pero ¿dónde está el lobo?, ¿se ha cansado de vivir del cuento y se ha ido? ¿está de vacaciones? ¿se ha vuelto vegetariano?
Este final, lo tienes que descubrir tú, pero ¡cuidado, no pierdas de vista al lobo!
¿Qué destaco?
Lo primero, la capacidad del autor e ilustrador de mantener nuestra atención hasta el final, hemos estado en “modo infarto” durante todo el cuento. Una genialidad de álbum que guarda un mensaje muy importante:
¡Pon un lobo en tu cuento!
Os estaréis preguntando, ¿Por qué dices eso?
Hay cuentos en los que el personaje “malote” es imprescindible:
- Sin ellos los buenos no serían tan buenos, ¿os habéis fijado en las ovejas? yo no las veo tan inofensivas.
- La trama perdería chispa, ¡todos los personajes buenos están aburridísimos!
- No estaríamos ofreciendo otros modelos de conducta que generan emociones negativas.
Quiero hacer especial hincapié en esto, a través de los cuentos además de divertirnos ofrecemos a los más peques modelos de situaciones que se pueden dar en el día a día, muchas veces tanto los pequeños como los grandes manifiestan emociones como el enfado, la ira, la rabia o la envidia, que no saben cómo gestionar, o que procuran ocultar porque saben que no deben o está mal sentirse así.
Mostrándoles, a través de diferentes historias, que hay personajes que también sienten rabia o ira podemos hacer que se identifiquen y trabajar esa emoción, en muchas ocasiones estas emociones son consecuencia de acciones pasadas que padecieron y no supieron gestionar.
Tras contar una historia dónde hay “malotes” podemos aprovechar para trabajar la convivencia en el aula, dialogar si es posible o le gustaría al personaje “malo” cambiar, y cómo lo haría.
Un hecho importante en todo esto, es valorar con los peques que los “malos” a veces no son tan “malos” solo hacen las cosas de otra manera o nuestra forma de interpretar la situación es un tanto limitada, todo depende del cristal con el que se mire la historia.
Para finalizar, quiero manifestar que esta historia sin Enrique Quevedo no habría sido la misma, las ilustraciones hablan por sí mismas. Un trabajo espectacular, en cada hoja te invita a pararte para observar a sus personajes, sus expresiones y sobre todo, para buscar al lobo aunque sea debajo de las piedras.
Ya lo tenéis en las estanterías de La Crisálida.