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Vamos a la cama I

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¿Qué pequeño no está dispuesto a pasar tiempo con su padre o su madre, un tiempo de exclusividad, de confidencias, de compartir, abrirse el corazón mutuamente y hacer balance del día, todo ello acompañado de una buena historia?

El momento de irse a la cama en algunas casas es quizás uno de los más delicados del día, para muchos pequeños nunca llega el momento adecuado, nunca están cansados y la batería dura y dura. Hagamos que este momento sea especial, que tengan ganas de acostarse y que sea un momento de compartir para ti y tus hijos.

Ya he hablado en otras ocasiones de cómo un cuento puede resultar sanador, si además le añadimos: el momento propicio, la persona que le cuida y protege, un clima de tranquilidad, sin distracciones, pantallas, ruidos y nos olvidamos de los ajetreos del día… se convierte en la combinación perfecta.

Vamos a pararnos y pensar en el día a día de un adulto y de un niño, lo cierto es que no hay mucha diferencia, en muchos casos por necesidad, el niño pasa casi tantas horas fuera de casa como el adulto, y la noche, la hora de ir a la cama, puede ser el único momento de encuentro entre padres e hijos, o al menos de alguno de los dos. Soy consciente del cansancio con el que se puede llegar a este momento y con la sensación de que quedan muchas cosas por hacer en casa o temas pendientes en el trabajo, te aseguro que media hora no va hacer que ninguna tarea del hogar se vea afectada y que tu trabajo después de haber pasado todo día dedicado a él no hará que se concluya, no te engañes. Prioriza ese momento, aplaza la llamada, descuelga el teléfono o apágalo, sobre todo no lo metas en la habitación, tu hijo no lo necesita, te necesita a ti plenamente y presente.

Un niño desde que se levanta hasta que se acuesta, está lleno de intensidad, ha madrugado, quizás haya desayunado fuera de casa, ha tenido una jornada escolar, unas actividades extraescolares o clases de apoyo, o tarde de parque, El niño llega cargado de experiencias, de emociones, de anécdotas, alegrías, triunfos, derrotas e interrogantes, el momento de ir a la cama aprovéchalo para ayudarle a canalizar todo su mundo interior y que poco a poco vaya poniendo orden en su vida. A ti, como adulto te pasará lo mismo llegarás a la noche con un conjunto de emociones, problemas o alegrías que también tendrás que ordenar y hacer balance del día, la noche será el momento para hacerte consciente de todo ello y quizás si la situación te lo permite puedas compartirlo con tu hijo/a, regalároslo!

En La Crisálida hay dos libros «comodín» que recomiendo a todas aquellas personas que quieran comenzar con la rutina de irse a la cama acompañados de una lectura especial, Lo que papá me ha dicho y Mi amor, son dos libros de la colección del pequeño Archibaldo y su familia, en ellos se descubren confesiones sobre el amor incondicional de padres a hijos y otras cuestiones que no os dejarán indiferentes.

¿Cómo planteáis vosotros el momento de ir a la cama?, ¿ tienes algún ritual tipo, baño antes de acostarse, vasito de leche, ver la tele, leer…? Se van tus hijos relajados a la cama? Te invito a que compartas tus experiencias e inquietudes en los comentarios y creemos una bonita comunidad donde hablar y darnos consejos para nuestros peques.

En mi próximo post de Te cuento, Vamos a la cama II, compartiré pautas que podréis ir probando hasta encontrar la mejor rutina para despedir el día.

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